Cómo organizar el frigorífico para mantener los alimentos frescos y ahorrar

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El frigorífico no es simplemente un electrodoméstico más: su organización influye en la frescura de los alimentos, en la comodidad a la hora de cocinar e incluso en el bolsillo familiar. Un interior caótico puede traducirse en productos en mal estado, confusión y gastos innecesarios. La buena noticia es que basta con seguir unas cuantas pautas sencillas para mantener el orden y aprovechar al máximo cada rincón.

Temperaturas y zonas

Lo primero que conviene recordar es que la temperatura dentro del frigorífico no es uniforme. En la parte superior, con unos +5 °C, se recomienda colocar platos ya preparados, restos de comida, salsas o bebidas cerradas. Un poco más abajo, a +3–4 °C, es el lugar ideal para yogures, quesos, embutidos y huevos. La balda inferior, la más fría con hasta +1 °C, está destinada a carne, pescado y marisco, siempre en recipientes herméticos para evitar olores y contaminación cruzada.

Los cajones mantienen una temperatura más suave, entre +6 y +8 °C, con mayor humedad, lo que alarga la vida de frutas y verduras. La puerta, en cambio, sufre más cambios térmicos y alcanza hasta +8 °C, por lo que se reserva para productos con conservantes naturales o alta acidez: mostaza, kétchup, zumos o salsas.

Cómo almacenar correctamente

Las bolsas abiertas conviene transferirlas a envases con tapa, ya sean de cristal o plástico. Así se reduce la mezcla de olores y el espacio se ve más ordenado. Envolturas de film o papel de aluminio también son útiles, aunque conviene etiquetar cada paquete para controlar fechas. Los envases al vacío, por su parte, resultan especialmente prácticos para carne y pescado destinados a congelarse o a guardarse varios días.

Qué no debe ir al frío

No todos los alimentos agradecen la baja temperatura. El pan se endurece, las patatas cambian de sabor y textura, mientras que tomates, pepinos, berenjenas, plátanos y ajos pierden calidad. Lo mismo ocurre con la cebolla: dentro del frigorífico se humedece y puede estropearse antes de tiempo. Para estos productos, lo más adecuado es un lugar fresco y seco a temperatura ambiente, preferiblemente en bolsas de papel.

Orden y limpieza

Mantener el frigorífico limpio también es parte del hábito. Una revisión semanal ayuda a retirar lo que ya no sirve y a organizar lo que queda. Las bandejas transparentes o cestas facilitan la tarea: una para lácteos, otra para desayunos o tentempiés. En hogares compartidos, etiquetar baldas o contenedores por categorías o nombres evita malentendidos.

Por último, una regla simple pero eficaz: lo recién comprado va al fondo, y lo que está próximo a caducar, al frente. Así se reduce la probabilidad de olvidar alimentos y acabar tirándolos.