Cómo mantener tus toallas frescas y libres de malos olores

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Las toallas pueden parecer limpias al salir de la lavadora, pero ese olor desagradable persiste. El problema no está en el tejido, sino en los restos de detergente, los malos hábitos de lavado y las bacterias que permanecen en las fibras. Con algunos cuidados sencillos, es posible devolverles la frescura.

Remojo previo al lavado

Un ciclo rápido a baja temperatura no elimina las bacterias. Para que las toallas queden realmente limpias, conviene remojarlas durante 30 a 60 minutos en agua caliente con dos cucharadas de bicarbonato por palangana.

El bicarbonato descompone la grasa y los restos de detergente, además de neutralizar olores antiguos. Eso sí, el agua debe superar los 60 °C, ya que solo a esa temperatura las bacterias desaparecen de las fibras.

Olvídese del suavizante

El suavizante crea una película en las fibras, atrapa la humedad y los malos olores, e impide que el detergente penetre de forma eficaz.

Una alternativa sencilla es añadir una cucharadita de ácido cítrico en el compartimento del suavizante. Este ayuda a neutralizar olores, suaviza el agua y deja una sensación de frescura ligera sin obstruir el tejido.

Toallas siempre bien secas

Las toallas que permanecen húmedas, aunque sea un poco, son el entorno perfecto para la aparición de moho y hongos. Para evitarlo:

  • asegúrese de que estén completamente secas antes de doblarlas,
  • ventile el lugar de almacenamiento,
  • evite apilarlas en montones compactos para que la tela pueda “respirar”.

Aspirina contra el mal olor

Si el olor regresa a pesar de todo, hay un recurso adicional: una vez al mes, añadir dos aspirinas trituradas al lavado. Este truco permite que el producto penetre en las fibras, neutralice los olores y mantenga la frescura por más tiempo.

Por qué es importante

Las toallas absorben humedad, sudor, restos de productos cosméticos y grasa de la piel. Un lavado inadecuado las convierte en un foco de bacterias.

Para mantenerlas frescas e higiénicas:

  • cámbielas cada 3 a 5 días,
  • no acumule toallas sucias en el cesto,
  • deje que se sequen por completo,
  • lávelas a temperaturas altas y recurra al remojo cuando sea necesario.

Un olor persistente es una señal de que la tela necesita más atención. El bicarbonato, el ácido cítrico y prescindir del suavizante ayudan a devolver la frescura, mientras que un secado correcto y lavados frecuentes prolongan su vida útil.