Cómo planchar la ropa correctamente y mantener tus prendas impecables

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Planchar la ropa sigue siendo una parte esencial del cuidado cotidiano, incluso en tiempos de telas innovadoras y prácticos vaporizadores. Saber manejar la plancha resulta útil no solo en casa, sino también durante un viaje o en situaciones profesionales, como una reunión de negocios o un evento formal. A continuación, se presentan recomendaciones sencillas y comprobadas que facilitan el proceso y ayudan a mantener las prendas en perfecto estado.

Preparar el espacio de trabajo

Antes de comenzar, conviene organizar bien el lugar. Lo ideal es contar con una tabla de planchar estable y con funda firme pero no demasiado gruesa, para que la tela no resbale. También es importante revisar la suela de la plancha: debe estar limpia y libre de restos. El agua que se utilice en el depósito ha de ser filtrada o, al menos, reposada, para reducir la formación de cal y evitar manchas en la ropa.

Otra medida práctica es separar las prendas según su tejido. Esto facilita elegir la temperatura adecuada. Empezar con fibras sintéticas es lo más recomendable, ya que requieren menos calor y permiten que el aparato alcance poco a poco la intensidad necesaria para materiales más resistentes.

Temperatura y tejidos

Cada tela reacciona de manera distinta al calor, por lo que conviene guiarse por las etiquetas. El poliéster y la seda no deben plancharse a más de 130 °C y siempre es mejor hacerlo por el reverso o colocando una gasa fina encima. La lana tampoco tolera el contacto directo con la suela caliente; en este caso resulta más seguro humedecer ligeramente la prenda y cubrirla con algodón antes de aplicar la plancha.

El algodón y el lino, en cambio, soportan temperaturas más altas, entre 180 y 220 °C. Si se humedecen previamente con un pulverizador, se alisan con facilidad y conservan su forma durante más tiempo.

El orden importa

Cada prenda exige su propio método. En las camisas, lo más efectivo es empezar por el cuello, planchando primero la parte interna y luego la externa. Después se continúa con los puños, las mangas y, por último, el cuerpo. En los pantalones conviene comenzar por el revés, repasando costuras y bolsillos, para luego marcar las líneas y alisar la parte visible con ayuda de un paño húmedo.

Vestidos y faldas se planchan de arriba hacia abajo, prestando atención especial a pliegues y frunces. En cualquier caso, nunca hay que dejar la plancha fija sobre un punto demasiado tiempo, ya que podría dejar marcas.

Consejos finales

Para prolongar el buen aspecto de la ropa, lo ideal es colgarla en una percha inmediatamente después de planchar y dejar que se enfríe. Guardarla en el armario todavía tibia puede provocar que reaparezcan arrugas.

Si la prenda tiene manchas, no se debe pasar la plancha por encima: el calor fijaría la suciedad. Tampoco es recomendable planchar sobre superficies blandas como la cama, ya que las arrugas se acentúan en lugar de desaparecer.

Planchar no exige grandes destrezas, pero sí cuidado y atención. Elegir la temperatura correcta, respetar el orden y manejar con precisión la plancha son hábitos que marcan la diferencia para conservar la elegancia de cada prenda y prolongar su vida útil.