Emder, la fortaleza ugria hallada gracias a una epopeya
Cómo una epopeya rusa guió a arqueólogos hasta Emder, fortaleza ugria del río Yendyr: murallas de madera, comercio de pieles, armas y un patrimonio amenazado.
Generated by DALL·E
La historia de cómo un cantar épico ruso se convirtió en un mapa operativo para los investigadores podría pasar por relato de aventuras. Y, sin embargo, así fue como, a finales del siglo XX, se halló la antigua ciudad de Emder: un bastión de los ugrios del Ob que durante siglos existió solo en canciones y leyendas.
La epopeya que señaló el camino
A finales del siglo XIX, los etnógrafos registraron leyendas khanty, incluida la bylina sobre los héroes de Emder. Sonaba como la saga de cinco hermanos, pero el folclorista Serafim Patkanov reparó en una pista clave: la ciudad se alzaba junto a un río que no se helaba en invierno, con orillas cubiertas de escarcha. Cuesta no ver cómo un solo detalle descriptivo transformó la búsqueda, de la pura conjetura, en algo mucho más cercano a la cartografía.
Casi un siglo después, los arqueólogos Alexey Zykov y Sergey Koksharov vincularon aquella descripción con el río Yendyr, afluente del Ob. Más tarde, el geofísico Vladimir Dolganov les habló de extraños terraplenes y depresiones a lo largo de sus orillas. La hipótesis cobró forma. En 1993, una expedición descubrió un asentamiento fortificado a 68 kilómetros de Nyagan. En el promontorio donde se alzaba la fortaleza crecía un alerce gigantesco, tal como la epopeya mencionaba a una princesa lechuza posada en un árbol de corteza despegada. Si algún lugar demuestra que la tradición oral puede transportar coordenadas a través de los siglos, es este.
Una fortaleza nacida de la taiga
Años de excavaciones revelaron a Emder como un auténtico castillo de madera de los siglos XI al XVI. Su trazado se lee menos como ruina y más como el plano de una pequeña entidad política.
- Las murallas de alerce se alzaban en dos filas;
- entre ellas corría un foso, probablemente con agua;
- en el interior se contaban decenas de edificios, desde residencias de notables hasta cuarteles de guerreros;
- cerca había una herrería donde se forjaban armas y armaduras.
La ciudad ardió más de una vez, pero sus habitantes la reconstruyeron, lo que habla de su valor estratégico. Emder no era una aldea periférica: funcionó como centro político de un pequeño principado ugrio.
Comercio, armas y vínculos con tierras lejanas
La economía de la fortaleza se apoyaba en la caza, la pesca y el pastoreo. La verdadera riqueza eran las pieles, una moneda apreciada en todas partes.
Los arqueólogos hallaron:
- adornos de plata y bronce,
- cuentas y espejos,
- fragmentos de cota de malla rusa de los siglos XIII–XIV.
Estos hallazgos apuntan a amplios lazos comerciales —de Novgorod a tierras tártaras—. A través de intermediarios, las pieles viajaban hasta Europa y Asia Central. Los artesanos de Emder trabajaban el hueso, el cuero y la fundición de bronce, y el poder se transmitía por linajes familiares. Para el siglo XVI, la ciudad se había convertido en vasalla del principado de Koda, sin perder su peso.
La saga de los hermanos y su desenlace trágico
En el corazón de la leyenda de Emder está la bylina de cinco hermanos guerreros. Recorre todo el arco de una epopeya: un mayor célebre por su fuerza; el menor, Yag, veloz como el viento; la búsqueda de una novia en una ciudad lejana del Konda; una disputa que se desborda en sangre; la muerte de tres hermanos y un juramento de venganza. Aunque sea poesía, los arqueólogos señalan que muchos detalles —nombres de ríos, alerces, menciones de enemigos— hacen eco de lo que la pala ha confirmado. Ese cruce entre el verso y la evidencia resulta inusualmente convincente.
Los últimos días de Emder
La ciudad dejó de existir a finales del siglo XVI. Fue tomada al asalto y arrasada. El enemigo final sigue siendo incierto —quizá grupos vecinos, quizá fuerzas llegadas del oeste—. Tras la caída de la fortaleza, su recuerdo sobrevivió solo en el canto épico, hasta que la arqueología la devolvió al registro.
Un patrimonio bajo amenaza
Hoy, el asentamiento fortificado de Yendyr es un sitio de patrimonio histórico regional. Su conservación, sin embargo, está en riesgo constante. Cada año los arqueólogos encuentran huellas de saqueadores y, en la taiga profunda, detenerlos es difícil. Cada pieza perdida es una página de la historia que no vuelve.
Aun así, el trabajo continúa. El museo de Nyagan impulsa programas educativos y se organizan campamentos arqueológicos para adolescentes. Hay planes para levantar una reconstrucción de la fortaleza de Emder como parte de un futuro complejo cultural. Quizá algún día los visitantes recorran esas murallas y alcancen el eco de la epopeya que guió a los investigadores hasta una ciudad desaparecida.