Insomnio y teléfono: por qué necesitas 2 horas para dormir

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Muchas personas se quejan de insomnio, pero el verdadero culpable a menudo no es ni el estrés cotidiano ni el clima. El mayor saboteador del descanso nocturno es la ausencia de ese tiempo de transición que el cerebro necesita para pasar de la actividad a la calma. Y ahí suele estar la trampa del día a día moderno.

Los especialistas señalan que, igual que un corredor necesita recuperar el aliento al cruzar la meta, el cerebro requiere un enfriamiento antes de acostarse. Sin esa pausa, al cuerpo simplemente no le alcanza el tiempo para cambiar de marcha.

Cuándo empieza el sueño de calidad

Un buen descanso se prepara mucho antes de cerrar los ojos. El cerebro necesita alrededor de dos horas para pasar del trabajo activo a un estado de reposo. Si uno se mete en la cama directamente desde las pantallas, los titulares y los mensajes del trabajo, la mente sigue en tensión. En ese modo no está lista para dormirse, y acabas dando vueltas en la oscuridad.

El sueño está estrechamente vinculado con el estilo de vida, el trasfondo emocional y el estado del cuerpo. Cuando el ritmo diario es caótico, ni una noche larga en la cama devuelve la sensación de haber descansado.

El error vespertino más común

Los hábitos de la tarde a menudo le roban al cerebro su oportunidad de desconectar. El principal irritante es la pantalla del teléfono. Su luz suprime la melatonina, la hormona del sueño, y le dice al sistema nervioso que el día sigue en marcha. Como resultado, el cuerpo permanece en modo vigilia muy pasada la hora de acostarse. Y no es solo la luz: el goteo de noticias, mensajes y alertas mantiene la mente en guardia.

En qué cambiamos el sueño

La información que muchos consumimos justo antes de dormir rara vez ayuda. Noticias, redes sociales, investigaciones, hilos de comentarios, problemas ajenos: todo eso genera un zumbido emocional que bloquea la relajación. Puedes pasar horas atrapado en historias inquietantes que no puedes influir. El sueño se pospone, sube la presión y la ansiedad se arraiga como hábito.

Es una verdad simple, fácil de olvidar: la hora que le entregas al feed se la quitas a la noche.

Teléfono: un aliado del estrés

Un smartphone junto a la cama es registrado por el cerebro como una posible amenaza: puede traer malas noticias o una alerta estridente. Eso mantiene al cuerpo en modo de espera. Incluso en silencio, el impulso de alcanzar la pantalla sigue ahí. Y ese impulso roba justamente el tiempo que el cerebro necesita para aquietarse.

Lo que de verdad te impide conciliar el sueño

El principal enemigo del descanso nocturno es la ansiedad. Crece hasta convertirse en estrés, y el estrés bloquea los mecanismos del sueño.

Antes de recurrir a pastillas o a soluciones milagrosas, conviene plantearse unas preguntas sencillas:

• cuánta parte del tiempo previo a acostarte se la lleva el teléfono;

• cuán estable es tu rutina diaria;

• qué pensamientos aparecen cuando te tumbas.

Si el cerebro no ha tenido sus dos horas de transición hacia el sueño, sencillamente no tendrá tiempo de exhalar.