Trucos caseros para refrescar almohadas sin lavarlas

© A. Krivonosov

Con el paso de los meses, incluso las mejores almohadas pierden frescura: se fijan olores, aparecen manchas y la sensación de limpieza desaparece. La buena noticia es que en la mayoría de los casos no hace falta lavarlas ni llevarlas a la tintorería. Los remedios caseros de siempre ofrecen salidas sencillas y eficaces para devolverles un aspecto cuidado en poco tiempo.

Bicarbonato y vinagre: tándem contra el olor

Uno de los métodos más accesibles consiste en combinar bicarbonato y vinagre. Funciona especialmente bien frente a los olores y la suciedad ligera. Retira la funda, espolvorea bicarbonato por ambos lados de la almohada y pulveriza una mezcla de agua y vinagre en proporción 1:1. Tras 30 minutos, elimina los restos con un cepillo o con la aspiradora. Si puedes, deja la almohada al sol: la luz ultravioleta ayuda a reducir los microbios.

Este procedimiento es válido para la mayoría de los rellenos, salvo las almohadas de espuma con memoria, a las que la humedad no les sienta bien.

Aroma rápido: aceites esenciales con bicarbonato

Si además de refrescar quieres un toque de buen olor, mezcla cien gramos de bicarbonato con unas gotas de aceite esencial —lavanda o árbol de té son opciones habituales—. Frótalo ligeramente sobre la superficie, deja actuar entre 15 y 20 minutos y retira con la aspiradora.

Es una solución especialmente cómoda para almohadas sintéticas: no requiere agua y elimina olores en un momento.

Limpieza más a fondo, sin lavadora

Cuando la almohada luce apagada y se ven manchas, prueba con una solución de bicarbonato, vinagre y jabón líquido. En cinco litros de agua templada disuelve una cucharada de bicarbonato, un vaso de vinagre y una cucharada de jabón. Sumerge la almohada durante 30–40 minutos y aclara a fondo. Escúrrela con cuidado para no dañar el relleno y deja que se seque al aire.

Requiere algo más de tiempo, pero es útil para piezas complicadas de lavar por completo.

Aire libre: sol en verano, frío en invierno

La opción más simple es sacar la almohada a exterior. En un día soleado, un par de horas bastan para airearla; el sol ayuda con los olores y reduce parte de las bacterias. En invierno, puedes dejarla en el balcón o en la calle durante un día: las bajas temperaturas ayudan a deshacerte de los ácaros del polvo y a neutralizar el olor.

No sustituye a una limpieza completa, pero es una buena medida de mantenimiento.

Manchas puntuales: pasta de dientes

Para marcas pequeñas, la pasta de dientes blanca (no en gel) puede servir. Aplícala sobre la mancha, frota suavemente con un cepillo, deja actuar media hora y enjuaga con agua tibia. Este método resulta adecuado para tejidos de algodón y sintéticos; con materiales delicados, procede con cautela.

Refrescar las almohadas en casa es perfectamente posible incluso sin productos específicos. La clave está en tener en cuenta el tipo de relleno y evitar el exceso de humedad. Estos recursos tradicionales ayudan a devolver la limpieza y a eliminar los malos olores, tanto en el cuidado habitual como cuando la almohada necesita una “reanimación” rápida.