Cómo aplicar el método Marie Kondo: minimalismo y orden en el hogar

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Un hogar limpio puede sentirse como el inicio de una nueva etapa. La experiencia de quienes revisaron sus hábitos y se desprendieron de lo que sobra lo confirma. El minimalismo parte de una idea sencilla: conservar solo aquello que de verdad genera alegría.

Este enfoque alcanzó proyección mundial gracias a la autora japonesa Marie Kondo y su libro The Life-Changing Magic of Tidying Up. Su trabajo animó a personas de todo el planeta a mirar sus pertenencias con otros ojos y a aprender a dejar ir lo que no necesitan; no cuesta entender por qué la propuesta cala.

Entender los motivos

Antes de lanzarse a la depuración, conviene aclarar el propósito. Elabora una lista de objetos y hábitos que estás listo para dejar atrás. Visualiza el orden y la atmósfera que quieres conseguir. Esa imagen ayuda a fijar prioridades y evita que el proceso derive en caos.

Actúa sin miedo y de inmediato

Marie Kondo sugiere no limitar el esfuerzo a una sola habitación. Empieza por lo que tengas a mano y retira lo innecesario. Así los resultados llegan pronto y generan inercia, en lugar de invitar a posponer.

Clasificar por categorías

La tarea se simplifica al agrupar: ropa, libros, documentos, objetos personales. Por ejemplo, reúne toda la ropa en un solo lugar y quédate solo con lo que te gusta y te sienta bien. El resto puede ir a amigos o a organizaciones benéficas.

También conviene ordenar los libros: conserva los que has disfrutado o que realmente planeas leer. Los demás pueden hallar un nuevo hogar con amigos o en una biblioteca.

Un lugar para cada cosa

Una vez fuera el excedente, organiza lo que queda. Asigna a cada objeto su sitio. Ese hábito preserva el orden y ahorra tiempo más adelante. Revistas, papeles y pequeños enseres no acabarán dispersos si planificas su almacenamiento con antelación.

Decidir qué tiene valor

El principio clave de Kondo, Tokimeki, plantea que un objeto merece quedarse si despierta sensaciones positivas, si te produce alegría. Antes de guardarlo, tómalo entre las manos y observa tu reacción. Si no hay chispa, puedes donarlo o descartarlo con tranquilidad.

El minimalismo no va de austeridad, sino de comodidad y de la alegría serena de convivir con lo que aprecias. Siguiendo las pautas directas de este enfoque japonés, es posible moldear un espacio que eleve el ánimo y agilice la vida diaria. Incluso los cambios pequeños ayudan a respirar mejor y a enfocarse en lo que realmente importa.